lunes, noviembre 12, 2007

Lucha por el significado a la vera del estadio de Racing

Aún perdida y frente al estadio del club atlético de racing, me pregunté como debieran de sentirse aquellos hinchas al ver las harpiazas manos del Macri´s Group apoderarse del principal muro de su insigne club. Sentí unas risas desperdigadas detrás de mí. Unos hinchas de independiente, pletóricos, fumaban en pipa mientras burlescamente cantaban denigrantes cánticos al impotente gentío que se había agolpado pidiendo excusas.

- No nos abrocharán esta pintada infiltrada!!
- Sinvergüenzas!!
- Al de la brocha!! Agarrate la bocha!!

Sin lugar a dudas, cosas extrañas sucedían en la capital porteña. Se vio venir desde lejos un puñado de hombres gruesos, al trote ligero, cargando banderas y sueños. Sus caras manifestaban su clara disconformidad antes los sucesos muralisticos. El gentío comenzó a ovacionarlos conforme avanzaban hacia el recinto. Las banderas imprimían: “Victoria Peronista”, “Volveremos y seremos millones”.

La hinchada de independiente comenzó a cantar: “Perón te lo hizo, Macri lo pintó!”

Entonces me puse a pensar cuánto también tenía que ver el peronismo con toda la liturgia futbolística.
La manada, cargada de banderas, llegó hasta los andamios y comenzó a zarandearlos hasta que cayeron brochas, pintores y demás. “La patria no será negociada!!”, gritó uno y se fue corriendo mientras se cebaba unos mates bien amargos y se comía un pebete de cocido y queso.

Pensé que las razones periodísticas que me habían arrojado hacia las veras del estadio, ya estaban saldadas, había sido testigo de un escenario de lucha más. La guerra estaba declarada en todos los ámbitos.

Me fui caminando, embebida de la vorágine trincherística, hacia la redacción de Churrasco Ñus. Rengueando, por la falta de una chancleta, me quedé mirando a dos hombres, un tanto sospechosos y almidonados. Cuando se aproximaron vi de quienes se trataba. Eran Hadad y Longobardi. Hadad le estaba acusando a Longobardi, sobre su trayectoria política de juventud, al parecer algo implicado con cierto sindicato. Longobardi, con los ojos húmedos y el espíritu enternecido, miraba las baldosas flojas de la vereda. En eso, se aproximó a toda velocidad Juan Carlos Blumberg, que sin dudarlo tacleó por detrás a Hadad, le puso un beso en la boca y se fue gritando contra la inseguridad de las calles porteñas. En el arrebato, se le cayeron de una bolsa, una hojotas recién compradas. Mientras Longobardi lo asistía a Hadad, agarré las hojotas y me fui pensando en lo sucedido.

La investigación, sigue en pie, aunque cada vez se torna más promiscua y polivalente.

Eso fue todo por hoy,

Soy Lia Churruasco,

Churrasco Ñus para La novia olvidada.

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