La parodia no es un drama, no es una comedia, es el latido moribundo de las frases lineales. A la caza de los más íntimos valores patrios, que signan el devenir social, me encuentro. En mi oficio reporteril, informativo y reflexivo. La parodia descubriose ensimismada, desenterrada de sus entrañas sutiles y metafóricas. Ahora, veraniegas reformas modernistas, informes vacuos de los uniformes que se han hecho empresarios, que se han hecho dirigentes de prepago, que se han hecho jefes de gobiernos. Lisa y llanamente, sin despidos encubiertos, la encubierta es la patria, avergonzada y perezosa.
Pro, proclaman en la calle, queso y dulce de batata para el pueblo, para el pueblo lo que es del pueblo, para el Macri´s Group, el pueblo, el arroz con leche, el dulce de membrillo y el poco gruyere que quedaba en la heladera. Las lentejas han sido tomadas en forma de divisas para pagar la bicicleta de hacer los mandados. Caminando entre manifestantes me llegó la información, suculenta y preciada, de que algo se cocinaba, algo tenebroso y oscuro, no muy lejos de por donde iban caminando los reclamos en forma de pancartas, las voces en forma de bombos. Una voz lo dijo y desapareció, como si de la ultratumba se tratase. Cementerio de la Recoleta.
Me pongo el grabador en la solapa del piloto y salgo al ruedo, que a fin de cuentas es lo único que conozco. Me subo al caballo, sé que ese día tenía alma provocadora, y me dirijo al barrio de la recoleta. Mi yegua, coqueto animal, miro de reojo al hombre de seguridad parapetado a las puertas del cementerio.
- Hoy esta cerrado, están construyendo un puente acuático que unirá las tumbas de Sarmiento y Avellaneda.
- Tengo que pasar, soy la tataranieta de Almirante Brown, tengo una importante misión de recuperación de la memoria de mis ancestros.
- Lo siento, pero hoy no se puede
Lo miro, un testarudo y panzón simulacro de policía, oficial de inseguridad armado. Me doy media vuelta, mirando de reojo el portal, y en el medio a él, mezcla de arquero crónico en el partidito de fútbol del barrio, y engullidor por antonomasia de pebetes de mortadela y queso. Su rostro, comprende, se transforma. Tres golpecitos de rebenque en el brillante lomo de eureka. Ahí estoy, atravesando las puertas del secretismo, acongojado, el guardián-portero-pebetero, salta esquivando el galope firme de mi yegua.
Dentro del cementerio todo es silencio, sin turistas hasta parece ser un cementerio real. Me dirijo a la zona de los mausoleos, mi instinto periodístico me dice que lo visite a Dorrego.
Ahí están, figurines repetidos de una anunciada crónica mortal. Primero las voces, Mourice, speak in the future lenguage, speak Mourice, speak. Como tres floreros cualquieras adornando las patrióticas tumbas, camuflajeados detrás de un héroe pampeano, se encontraban ellos. Mauricio Macri, George Bush y Mariano Rajoy. Planeaban no el futuro de la ciudad de Buenos Aires, tampoco desideraban acerca del futuro del Club Xeneize.
George le decía a Mariano que Latinoamérica era una tierra rica en hombres virtuosos y visionarios como Mauricio, empresarios de pura cepa. Mariano escuchaba y asentía.
- Mariano: Hay que pensar en el hoy, en el largo plazo estaremos todos muertos. Hoy por ejemplo, podemos hacer negocios convenientes para Europa y Estados Unidos. Por ejemplo: estamos interesados en comprar ese montón de hielo que tienen al sur, después de todo, para qué puede servir tanto hielo junto. Nosotros les podemos brindar a cambio las bicicletas que vamos retirando del servicio de préstamos de bicicletas de Barcelona. Esa es una oferta interesante y agresiva.
- George: Mariano, please, try to be a little less agressive in your negotiation, what can I offer rigth now?. Bueno, podría por ejemplo ofrecerles las patentes de un medicamento altamente reclamado en el mercado, un antibiótico par ala peste bubónico.
- Macri: Muchachos, muchachos, son tan generosos.
Yo estaba escondida, grabando, siempre grabando. Un hombre corpulento de seguridad me descubrió grabador en mano. Entonces decidí descubrirme ante los vendepatrias y complotados. Tome firmemente las riendas de eureka y me abalancé sobre ellos. Sooooooooo!! Sooooooo!! Gritó George. Pero era demasiado tarde ya estaba yo al trote limpio por la mitad del cementerio. Mariano comenzó a agarrar huesos del osario general y me los tiraba con una gomera improvisada con su seria corbata. George hablaba por teléfono pidiendo que me lances unos misiles nuevos. Mauricio pensaba que yo era una de las jinetas del Apocalipsis, perdido el hombre.
A rebencazo puro salí al galope con la información exclusiva hacia el diario.
Ahora estoy en el proceso de desgravación. Pero se vienen días premonitorios.
Esten atentos que las vacas van a estar gordas para los que deben comerlas!
Esto ha sido todo por hoy,
soy Lia Churrasco,
Churrasco Ñus para La novia olvidada
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